martes, 24 de septiembre de 2013

Cadaver Exquisito

Solíamos apartarnos del oscuro pantano para no percibir sombríos lamentos intermitentes y resonantes que aturden la cabeza  haciendo eco en nuestro interior, intimidando el alma. Uno se asusta, corre a toda prisa, pero  lo que no sabemos es que no hay que correr. No hay que correr, hay que disfrutar, deleitarse con y del ocio. Hay que permitir que el alma se asiente, concentre, eche raíces por doquier, como  un rizoma, sin centro, sin  principio ni final, en constante crecimiento.
Sin dilemas hay que sentarse a cantar, y, cuando el viento venga a despedirnos; caeremos en la realidad de que ya estábamos flotando entre sonetos y coplas jamás emitidas, de  colores saturados; saturados de azufre y de lenguas flamantes, como soles obscuros y siniestros. Soles obscuros y siniestros que devoran, destruyen y no dejan nada mas que cenizas que son arrastradas por el viento sin dejar rastro alguno, y a su vez, deja una huella impregnada en cada uno de todos nosotros , en nuestra piel, nuestros pulmones en nuestra sangre. Sangre que bifurca el ser, que hace el o los hilos que definen la vida,  la vida como un todo continuo. Todo  continuo, que cuando se rompe, en  ese mismo instante  siente la libertad, la adversidad, la vehemencia , la adoración por aquello púbico abismal, y púbico estelar para no perder el tiempo perdiendo lo que buscamos. Perdiendo lo que buscamos una y otra vez. Es un juego ,un círculo vicioso que jamás  termina, que cansa y agobia ,desangra y derrite ,desarma y suelda, funde y evapora ,muere y resucita.
Filtrarse de ese circulo resulta casi imposible, pues, a fin de cuentas, eso deja de importar cuando nos damos cuenta que las cosas se caen por su propio peso
Cuadro de Pieter Huys (Amberes, c. 1519 - c. 1584)

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